Estamos a principios de 1999. Aunque son las seis de la tarde, en la calle ya está completamente oscuro. Por la explanada que hay delante del convento de Notre Dame se acerca una figura humana. Camina siguiendo las rodadas para evitar la nieve que ha ido cayendo en estos últimos días de enero. A medida que se acerca a la puerta, se distingue que es un hombre. Se protege de la humedad dentro de su abrigo oscuro; el río Minnesota está prácticamente al lado y el aire es muy húmedo.
Cuando llega a la puerta, se quita el sombrero y lo reconocemos: es el doctor David Snowdon.
Le abre una monja anciana, sonriente.
—¡Hola, buenos días, hermana! ¿Cómo estamos?
—Muy bien, doctor. Somos gente afortunada, ¿verdad? ¡Qué suerte tengo de estar bien con más de cien años, ¿verdad?
—¡Qué persona más extraordinaria! —piensa el doctor.
Snowdon ha venido al convento a recoger un paquete de documentos que recogen escritos de las monjas. Aprovechará para hablar con algunas de ellas con el fin de terminar sus estudios. Desde 1986, casi tres lustros, un total de 678 monjas de la orden han donado su cerebro para la investigación científica (después de muertas, claro). Y no solo eso: han puesto a disposición del doctor Snowdon los archivos completos del convento. Hay, por ejemplo, la autobiografía que todas ellas habían escrito cuando solicitaron entrar en la orden. Además, cada año de su vida, a partir de los setenta y cinco años, estas monjas se han sometido a toda clase de pruebas. ¡No hay duda de que se trata de un estudio con muchísima fiabilidad!
La conclusión a la que está llegando Snowdon es muy relevante: aquellas personas que a lo largo de su vida han utilizado un lenguaje más positivo y mantienen una actitud más optimista viven, de media, siete años más.
¡Siete años! No es ninguna broma. ¿No te parece que deberíamos tenerlo más en cuenta?
—¡Queréis hacer el favor de callar! ¡Caramba!
Dos días menos de vida.
—¡Sois la peor clase que he tenido jamás!
Cuatro días…
Así que ya puedes vigilar cómo es tu lenguaje.
Porque el estudio también dice que no solo han vivido más tiempo, sino que incluso son menos propensas a padecer Alzheimer u otras enfermedades mentales.
¿Y tú? ¿Cómo es tu lenguaje? ¿Te has parado a pensarlo? Atención, que los profesores lo tenemos facilísimo para acabar siendo muuuuuy negativos. ¿Te digo frases que he oído y que no te chocarán?
—¡Cuánto trabajo tengo para corregir exámenes durante la evaluación!
—Los de 4º se portan fatal cuando salen de excursión. ¡Yo anularía las salidas culturales!
—Ha venido la familia de Montse Farrera para hablar de su hija… ¡cuántas exigencias! No te lo puedes creer. Deben de pensar que son los dueños…
—Se ha eliminado una línea de 1º y ahora la directora quiere que dé Sociales en 2º. Claro, ¡como si no tuviera suficiente con las asignaturas que ya hago! Y me lo dice cuando solo faltan dos meses. Este colegio es un caos.
El Dr. Snowdon afirmaba de algunas de las monjas de Notre Dame que “tenían una presencia inolvidable”. Poco después de escribir Profes que marcan, me encontré en la red X con un comentario (sin poder decir quién lo firmaba) que decía:
“Has tenido fácilmente un centenar de profesores en tu vida… ¿y cuántos te han dejado huella? Caben en los dedos de una mano.”
Si no quieres ser una presencia que se olvida, si quieres dejar una huella positiva en tus alumnos, procura ser más positivo. ¡Esfuérzate en decir cosas bonitas!
—Sois una clase fantástica. Me encanta ser vuestro tutor, pero tenéis que esforzaros en estar callados en clase, porque así aprenderéis más…
Esta anécdota del cerebro de las monjas la encontré en el libro de Pablo Castellano La ciencia del lenguaje positivo. El autor te propone que anotes lo que te dices a ti mismo, a ti misma, y lo que respondes a los demás, y que te esfuerces en ser una persona positiva. Nunca te hables a ti como no lo harías con las personas a quines quieres.
Serás una persona positiva:
- porque tienes una sonrisa maravillosa y siempre preparada,
- porque miras a los ojos cuando hablas,
- porque das la mano con calidez y abrazas,
- porque te apasiona ayudar a los demás
- y los tratas con cariño y respeto, con sencillez,
- y por eso generas mucha confianza,
- que celebra las cosas buenas,
- porque tienes un corazón alegre y agradecido,
- porque te apasiona lo que haces
- y también saber cómo se sienten los que tienes alrededor.
Esfuérzate en hablar así y acabarás siendo así. Actúa así y tendrás tú también una presencia inolvidable, porque habrás dejado una huella extraordinaria en tu alumnado. Serás uno de los dedos de la mano.

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