ENTREVISTA A CORAL REGÍ
Directora de escuela
Buenos días, Coral. Antes de empezar a hacerte preguntas, te pediría que nos explicaras quién eres…
Soy Coral Regí, Directora de la escuela Virolai de Barcelona. Soy una persona muy interesada por temas de transformación educativa y con curiosidad y muchas ganas de estar viendo desde la primera línea todo este proceso de transformación.
Habíamos quedado para entrevistarte el 12 de marzo. Ya dos días antes vimos que no era muy adecuado. Hablabas ahora de transformación. Aquí hay una transformación que no nos esperábamos. Ahora existe la duda de cuando empezamos, si los niños será capaces de mantener unas medidas de seguridad, si podremos meter 15 o 12 alumnos por aula… ¿Cómo ves todo este panorama?
Muchas veces había hablado del cambio de paradigma social y que estábamos en un planeta convulso. No podía ni imaginar la situación que estamos viviendo. No era algo que estuviera entre los supuestos de futuro de ninguno de los gurús que hemos tenido. Bueno, hay un TED de Bill Gates que habla de ello. Pero, en general, no podíamos preverlo. Nuestra escuela, como el mundo educativo en general, nos hemos tenido que poner las pilas rápidamente. Creo que se ha demostrado que realmente la escuela –individual y como institución– ha reaccionado bien. Los maestros, los educadores han reaccionado de manera excelente. Seguro que nos hemos equivocado en muchas cosas, sobre todo en los inicios. Pero creo que se ha demostrado la potencia transformadora de la escuela.
“Personalización significa trabajar todos los ámbitos, desde el autoconocimiento, desde el trabajo educativo y de aprendizaje, hasta el punto clave de la personalización que es personalizar también la evaluación, de manera coherente y con una propuesta singular adaptada a cada alumno”
Pienso que es bastante interesante que cada centro evalúe estas equivocaciones que hemos tenido al principio, porque en el fondo lo que han hecho es poner al descubierto nuestras carencias. ¿Cómo lo ves?
Bien. Pero también puede que nuestra capacidad de tener muy claro qué es esencial en la educación. En una situación como ésta, lo que se debe garantizar es que se priorizará lo esencial, en una tarea que evidentemente no es como la escuela presencial. Nosotros pensamos que lo esencial es el acompañamiento a los alumnos y las familias. Creo que lo compartimos con muchas otras escuelas. Porque nos encontramos en un contexto en el que la familia ha tomado un protagonismo educativo de primer rango. Como siempre lo ha tenido, pero en este caso, a 24 horas diarias. El acompañamiento de la escuela, como profesionales de la educación, los alumnos y las familias es un ámbito prioritario. Después, la continuidad de aprendizajes competenciales, que implican al alumno y educan su autonomía. Muchas veces hemos hablado de la capacidad de aprender a aprender, de la autonomía de los alumnos, de la autorregulación… Esta situación nos ha ofrecido un supuesto genial, perfecto, con una potencia que ni podíamos imaginar para educar precisamente la autonomía y la autorregulación de los alumnos. Y hay que decir que mayoritariamente han respondido muy bien, con adecuación, claro, a las singularidades de cada edad.
Entramos en el tema que más me interesa hablar. Nos conocimos en la presentación de un estudio que hicisteis sobre la personalización en educación. Ahora todo el mundo habla de personalización. Cuando visito escuelas y les pregunto: “¿Qué os distingue de las otras escuelas?”, Muchas dicen que es el trato personalizado. Quizás debería ser un lugar común en la educación, porque es imprescindible. Por lo tanto, si todo el mundo habla de personalización, ¿todos personalizan realmente? ¿Nos podrías decir qué es personalizar y cuál sería la prueba del algodón de que una escuela está personalizando?
Personalización significa trabajar todos los ámbitos, desde el autoconocimiento, desde el trabajo educativo y de aprendizaje, hasta el punto clave de la personalización que es personalizar también la evaluación, de manera coherente y con una propuesta singular adaptada a cada alumno. Personalizar significa que, cuando se está ante un grupo clase –la situación actual ha ayudado a personalizar– no se ve a los niños y niñas de tercero de Primaria, ESO o lo que sea. Se ven treinta personas absolutamente individuales, con sus características y con sus ámbitos singulares. Por lo tanto, nos dirigimos a cada una de las personas. Esto implica evidentemente una manera de trabajar del profesor diferente, tal vez con más trabajo. Pero también es verdad que es muy grande el retorno educativo y –creo que esto los educadores lo valoramos muchísimo– la eficacia educativa. Trabajar planteándonos el grupo de 3º de Primaria es un genérico que no existe. Cuando se habla con cada uno de los chicos y chicas del aula eso tiene un retorno muy grande y ayuda muchísimo. Todas las propuestas que se hagan de personalización, de atención a la diversidad, de transformación educativa deben ser sostenibles, es decir, la escuela (quizás esto también nos ha pasado en estos días) no puede funcionar con el profesorado acelerado. Quizás sí, en determinados momentos. A la larga se necesitan modelos que impliquen una forma de trabajar, evidentemente intensa, con vocación, con compromiso, pero sostenible. Dentro de una propuesta sostenible se pueden encontrar formas y recursos para trabajar de manera personalizada y de manera eficaz. Al final, una educación buena es una educación que da respuesta a todos y cada uno de nuestros niños. Esto es muy importante.
Claro. Pero el profesorado –yo he sido profesor de adolescentes muchos años– a veces tiene la sensación de que se le pide ser una especie de superman. En el aula tienes que estar pendiente de cada alumno. Se necesita también que esto vaya dentro de un sistema diferente del tradicional…
Sí. Tenemos que ir a estructuras y formas de funcionar de codocència. A mí, por ejemplo, ahora que el criterio prioritario es la salud, esto que se está hablando de que tendremos que ir a grupos del 50% no me gusta, porque yo creo que la personalización en el aula se hace mejor cuando trabajamos con estructuras de codocència, es decir, con dos profesores con dos grupos o, a veces, tres profesores con dos grupos. Esto nos permite dos visiones del alumno, una división de tareas… ¿Esto se puede hacer siempre? No. Pero contamos también estrategias de trabajo como la coevaluación o la incorporación de los alumnos en los procesos de autorregulación. Es decir, estrategias que pueden facilitar que sea sostenible el trabajo del maestro, del profesor.
“Si en algo las escuelas debemos singularizar, es ser éticos, es decir, que nuestra propuesta sea sincera, realista. No podemos vender humo. Lo que tenemos que hacer es establecer una singularidad”
¿Crees que es posible todo lo que se está diciendo de cómo reiniciar la escuela? Ojalá haya la vacuna, porque veo muy difícil estas soluciones…
Pero las escuelas fallamos en algo. Ayer en Twitter alguien –siento no recordar su nombre– decía: “Cuando algo no se sabe, lo más honrado es decir que no lo sabemos”. A veces, la Administración, en este caso el Departament d’Educació, debería decir: “No lo sabemos, porque no sabemos cómo evolucionará la epidemia. No sabemos en qué momento estaremos en fase 2 en la ciudad de Barcelona o en otros lugares, o si realmente en fase 2 se podrá hacer la reapertura.” Porque decir a las familias, que necesitan como el agua de mayo que las escuelas abran, que lo podrán hacer en junio es engañarles. No podrán abrir con el modelo que tenemos de apertura de escuela. Los niños podrán ir a la escuela algún día a recoger las cosas, a hacer una entrevista con su tutor, tal vez a hacer alguna gestión administrativa… Pero eso no es ir a la escuela. Hablemos claro. Estamos trabajando con un modelo para el curso que viene? Sí. Tenemos tres posibilidades: Primero, que aparezca tal vez no una vacuna, pero sí un tratamiento eficaz y podamos llegar a una normalidad como la que conocíamos o similar. Quizás es muy pronto en septiembre. En segundo lugar, una división: la pandemia existe pero podemos actuar con modelos de previsión, 50%, organización de espacios, etc. Esto exige muchos recursos, que pueden ser muy imaginativos, pero tienen un límite. Ayer vi un reportaje sobre Dinamarca, donde dividían los niños utilizando un campo de fútbol… ¡Podemos utilizar espacios de centros cívicos, bibliotecas, pero un campo de fútbol está fuera de lugar! La tercera –y atención que nos puede pasar– es que tengamos que volver a confinarnos. Debemos tener previsto el plan C. Debemos ser claros y sinceros con todos. Nadie lo sabe. A veces parece que los mismos epidemiólogos se contradicen. Estamos en un mundo de incertidumbres que nadie conoce bien. Nadie sabe cosas tan obvias como si el virus será afectado o no por el calor, si mutará. No lo sabemos. Digámoslo con claridad, para que la gente no se haga ilusiones de cosas que no pueden ser ciertas. No reprocho al Departamento de Educación que no planifique, sino que no diga que podemos trabajar con diferentes supuestos, porque no se prevén situaciones claras.
Yo me dedico al branding de escuelas. Algunas veces, que les hable de que la escuela es una marca, sobre todo con profesorado les resulta muy chocante. A los directivos no tanto. ¿Qué te parece?
Yo estoy de acuerdo. Además ha sido nuestra posición como colegio: hemos colaborado al máximo para que todos los colegios sean lo mejor posible y hemos intercambiado experiencias, abriendo las puertas de la escuela. Tenemos que garantizar que la transformación educativa se extienda a muchas escuelas. Las familias quieren una educación de calidad. Nos dicen: “Quiero venir al Virolai, porque sé que me ofrece esto y lo otro”. La existencia de la marca es un hecho normal. Forma parte del juego de calidad real y de calidad percibida, de las expectativas de las familias, que debemos tener presente. Si la gente se piensa qué tipo de marca de café toma o a qué restaurante va a comer, evidentemente con un tema de mucha más trascendencia como es la escuela para su hijo, tiene el derecho a decidir la escuela que cree que será más adecuada para educar a sus hijos de acuerdo con su modelo pedagógico, con su modelo educativo como familia. Nuestra obligación como sociedad y, por tanto, de la Administración educativa es que todas las escuelas sean lo mejor que se pueda, pero cada una con su sello, con la marca como dices tú.
También nos vemos obligados a hacer marketing, sobre todo a raíz del descenso de la natalidad. Veo de todo: está claro que hay que vender lo que se tiene, pero a veces sucede que cuando competimos con las otras escuelas, nos podemos olvidar de los rasgos de identidad y acabamos ofreciendo, si éste hace inglés así yo lo hago también… Pongo el ejemplo de la robótica. Tengo la sensación de que en algunos casos no proviene de una convicción del profesorado de que es un buen instrumento para la educación de los alumnos, sino porque ahora vende. Es el peligro que tenemos con el marketing…
El peligro de ser poco éticos. Si en algo las escuelas debemos singularizar, es ser éticos, es decir, que nuestra propuesta sea sincera, realista. No podemos vender humo. Lo que tenemos que hacer es establecer una singularidad. Para nosotros uno de los elementos que nos ha ayudado mucho a posicionarnos como escuela referente es determinar qué es nuestro rasgo diferencial, es decir, cuáles son las cosas propias del proyecto, que son más inherentes a nuestra forma de hacer , que son más valoradas por los alumnos y por las familias y cuáles son los ámbitos donde tenemos margen de mejora. Esto es lo que debe incorporarse a la marca. Porque es nuestra propuesta como escuela. En esto debemos ser honrados. Nosotros, por ejemplo, tenemos un bachillerato muy competencial. Nuestra prioridad en el bachillerato no es que nuestros alumnos saquen muy buenas notas en la Selectividad, sino que sean hombres y mujeres con una serie de competencias de comunicación, de autonomía, de trabajo comprometido, de valores. Esto implica mucha carga de trabajo por proyectos, educación de valores, actividades externas, retos sociales… Lo cual no impide que haya buenas notas en la Selectividad, pero no es nuestro objetivo. Y las familias deben saberlo. Porque si la familia quiere un Bachillerato de academia, que garantice que los alumnos saquen resultados, tiene que ir a otro tipo de escuela. Con esto tenemos que ser honrados unos y otros.
“El trabajo del directivo consiste en plantear la propuesta con gafas progresivas: garantizando a la vez que el día a día de la escuela funciona al 100%, es excelente””
En este sentido cuenta también un aspecto: la innovación educativa. Quizás ahora ya ha pasado esta manía de decir que todo debía ser innovación y que cualquier cosa por ser innovadora era buena, mezclando incluso aspectos contradictorios. A veces el profesorado veterano con muchos años de educar de verdad veía que lo que estaba haciendo no era valido para nada… Es obvio que tenemos que innovar, es obvio que tenemos que mejorar, pero primero es la calidad educativa, no la innovación.
Es obvio que tenemos que mejorar. Si innovamos es para mejorar. Nuestra apuesta no es para una escuela innovadora, sino por una escuela de calidad. El proceso es de transformación. Algo no es buena por ser nuevo. Lo que sí está claro es que si se quiere transformar, si se quiere mejorar, hay que estar muy alerta de aspectos del entorno. Nosotros lo llamamos tener una actitud de prospectiva, que no quiere decir incorporar cosas sin reflexionar, sin pasar el tamiz del proyecto educativo propio, de la eficacia… Nos ha ayudado mucho en la transformación haber trabajado antes temas de calidad, con FQM. Porque tenemos muy claro que cuando hacemos algo la valoramos, evaluamos su eficacia y luego decidimos si lo incorporamos o no. Algunos en sus folletos dicen cosas que no se han pensado: “Trabajamos por proyectos”, si lo haces dos horas a la semana, no lo pongas, porque eso es engañar a la gente. Cuando una escuela dice que tiene una propuesta procedimental de competencias es que ha hecho un cambio radical. Seamos honrados y planteémonos lo que realmente queremos hacer. Si tenemos un sistema de evaluación personalizado, donde se valora el progreso del alumno, donde no tendrán importancia las calificaciones, dilo, porque la familia tiene que saber lo que estás haciendo y qué peculiaridades tiene. Hay familias que quizás quieran otra cosa. Antes me planteabas el tema de la robótica. La robótica tiene sentido si se propone incorporarla como un lenguaje, porque implica todo un nivel de abstracción y, por tanto, tiene una potencia educativa importante. Pero se debe incorporar de manera absolutamente inherente con un trabajo competencial de manera global. La robótica como una seta no sirve de nada. Sería una anécdota, como si hiciéramos chino. En cualquier marketing, pero específicamente en el de la escuela, hay una cuestión prioritaria: la ética. Después, lo que debe asegurar una escuela es el mejor para todos y cada uno de sus alumnos. Este es el criterio: es bueno si permite educar más y mejor.
A mí me gusta decir que debemos estar en la primera línea de la calidad, en la segunda de la innovación. En esto, y más en la personalización, veo que las marcas comerciales dicen cosas que en las que la educación vamos por delante. Porque no es sólo el ejemplo que había puesto de Apple: todas las marcas que ahora quieren personalizar, entienden que para atender individualmente a cada cliente, para personalizarlo, debe haber una persona que personalice. Para personalizar necesitamos personas: en nuestro caso, el profesorado. La calidad del profesorado y su visión de lo que es la escuela es determinante absolutamente para que esto sea así.
Yo entiendo que en algunos casos, como en el momento actual de confinamiento, la necesidad de la transformación del profesorado va un punto acelerada. Es verdad. Deben ponerse las pilas para dar respuestas de educación telemática. Aunque tampoco exige recursos tan complejos ni difíciles. Se está haciendo realidad un lema que nosotros planteamos para los alumnos: se aprende haciendo. Se aprende cuando algo se necesita, cuando el aprendizaje es significativo, relevante. Y los profesores están aprendiendo tecnología porque es necesaria. Es evidente que el cambio debe ser de los profesores, pero los cambios educativos cuestan justamente porque sólo funcionan cuando son cada uno de los profesores y el equipo –el claustro– quienes asume la transformación. Tengo fama de ser poco legalista. Las leyes educativas me afectan poco, porque al final siempre el profesor en el aula hace lo que quiere y la escuela también hace al final lo que quiere. Esto tiene un aspecto positivo con normas poco coherentes, pero tiene un efecto escalofriante, porque en el despacho de la escuela o al de Via Augusta se pueden establecer unas propuestas educativas y los profesores en las aulas pueden estar haciendo cosas totalmente diferentes. La única manera de que haya coherencia en la escuela es que el proyecto esté completamente trabajado y compartido por el claustro. La escuela como institución se transforma cuando los profesores individualmente se transforman. Esto exige tiempo, porque hay gente capaz de hacer una transformación con rapidez, quizás más superficialmente, gente que se lanzan a la piscina sin agua y otros que están al borde de la piscina, pero tienen miedo. Para ayudar en este proceso de transformación del profesorado es clave el liderazgo de los equipos directivos. No para hacerlo todo, sino para acompañar a los profesores.
El estilo directivo condicionará todo mucho, ¿verdad? El profesorado necesita participar. Aunque un directivo sepa muchísimo más, que le digan como lo tiene que hacer todo punto por punto, no le ayuda a crecer. Por tanto, no hay ni personalización del profesorado y él no podrá personalizar. Hará exactamente lo mismo con sus alumnos, ¿no?
Lo veo clarísimo. En la escuela pública hemos pasado de un modelo asambleario, que no es el modelo de liderazgo que necesita una escuela, a un modelo como de multinacional, que tampoco lo es. Debemos aprender del liderazgo de algunas instituciones que no son escuelas pero que tienen formas de liderazgo participativo y compartido muy interesantes. Necesitamos aprenderlo porque nosotros no estamos ante un tipo de persona, de trabajadores, que han de apretar un tornillo, siempre igual. Bueno, hoy esto no ocurre casi a ninguna profesión. La creatividad y la capacidad que el que trabaja haga el trabajo de una manera personalizada y que la haga suya, se da en todas las profesiones. En la profesión de maestro, pero esto multiplicado por veinte, por treinta, por ciento. Es el profesor quien lo debe asumir y el trabajo del directivo consiste en plantear la propuesta -me gusta decirlo así con gafas progresivas: garantizando que el día a día de la escuela funciona al 100%, es excelente lento. Muchas veces, mirando al futuro, dejamos el día a día. Y el directivo debe asegurar ambas cosas. Por otra parte, para el directivo es muy importante esta capacidad de prospectiva, de estar muy pendiente de lo que pasa fuera del entorno de la escuela. Su tarea es, a partir de este ideal, concretar en un plan estratégico que asuma todo el equipo, porque lo hace suyo, no porque si le imponga, sino porque lo incorpora desde dentro. Esto requiere formación, acompañamiento, trabajar por evidencias, que la gente se dé cuenta que bueno que es. Y necesita evaluación de los profesionales, para asegurar que los profesores van incorporándolo y avanzan. Hay mucho trabajo en equipo, mucho, con reuniones eficaces. Yo tengo un deseo que no me dejan hacer: menos horas de clase para todos y más horas de permanencia en el centro, porque necesitamos mucho tiempo de trabajo conjunto. Hay escuelas que me han pedido consejo de cómo trabajar. Algunas, durante el primer período de confinamiento, han abandonado las reuniones de coordinación, llenas de activismo, intentando algunas cosas tan salvajes como reproducir el horario de la escuela normal con un horario telemático. Los niños, las familias, los profesores, todos han terminado saturados. Una de las cosas que no se puede obviar es que cuando estás intentando planificar trabajar de manera diferente, debes coordinar mucho. Necesitamos mucho trabajo de los equipos que se coordinen, que planteen propuestas globales, que establezcan líneas conjuntas. Hay mucho trabajo en equipo y mucho liderazgo de los equipos directivos para asegurar que esto funciona.
Quisiera hacerte una última pregunta, ya que hemos hablado de los diferentes modelos de escuela y hemos hablado también de la escuela pública. Cataluña siempre se ha caracterizado por ser una sociedad con un gran tejido asociativo, de participación ciudadana. Es algo que siempre se ha destacado. Pero, en cambio, hay una tendencia con la escuela a considerar que debe ser pública. La escuela concertada siendo como un “bah, le dejamos que exista”. Es un pensamiento que se da y lo encuentro bastante contradictorio con la forma de ser catalana. ¿Qué te parece?
Para entender el modelo de escuela de la estructura del sistema educativo catalán se debe contar con la historia. ¿Por qué hay tanta escuela concertada en Cataluña? Porque es un pueblo con mucha iniciativa social. En un momento dado había una estructura social que recuperara la lengua. Se necesitaba un tipo de escuela donde se pudiera dar clase en catalán, que recuperara el modelo pedagógico de los años treinta y un tema que en aquellos momentos no se podía dar como es también la coeducación. Después pueden haber otros modelos, pero es clarísimo que en aquellos momentos salen muchas escuelas así. Las personas que las crean lo hacen con un zapato y una alpargata, con una vocación extraordinaria como profesionales y trabajando hasta conseguir muchas de las escuelas que en estos momentos son referentes en nuestro país. Esto es un hecho, al igual que lo es que -aparte de las consideraciones ideológicas que cada uno pueda tener- la escuela religiosa surge porque daba respuesta a las necesidades sociales de algunos determinados entornos y esto da muchas de las escuelas religiosas que hay en barrios muy desfavorecidos. Habrá de todo, es verdad. Pero el modelo de escuela concertada está dando respuesta. Si se le pide más compromiso social, trabajo para la equidad, evitar la segregación escolar -que se le puede pedir más- también se le debe dar más y sobre todo darle un trato fuera de sospechas. Por ejemplo, leía el otro día un tuit, que no contesté por prudencia: “suben las notas, que la concertada las regalará a sus alumnos”. Si tienes algún dato, denúncialo; si no, no tienes derecho a sospechar de nada. No estoy de acuerdo con afirmaciones de este tipo, como nunca en la vida permitiría que nadie desde la escuela concertada dijera que los de la escuela pública no trabajan. Ni una cosa ni la otra son buenas. Hace falta conocimiento y compartir. He compartido mucho con el Consejo Escolar de Cataluña, de Barcelona. He estado en muchos órganos de participación. He compartido con Escuela Nueva XXI, entre escuelas públicas y escuelas concertadas. Te das de todo el común que tenemos. Voces que compartimos y que nos diferencia. Valores en las diferencias aspectos positivos y aspectos negativos. Es la situación de nuestro país. Por lo tanto, se debe partir de esta premisa. Lo tenemos que valorar como una riqueza, como un elemento que es singular de nuestro país y que también la Administración debe valorar.
Muchas gracias, Coral. Ha sido una entrevista, además de enriquecedora, estimiulant e ilusionante por lo que nos viene ahora, que no está mal y lo necesitamos.
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