Ayer hablé con una persona que, por accidente, ha borrado para siempre las 17.000 fotografías de su móvil: todos los recuerdos de su vida consciente. No era un anciano sin destrezas digitales, sino un joven que estudia Comunicación Audiovisual. Recuerdo también el caso de una pareja que perdió las fotos y vídeos del viaje de novios porque se les rompió el disco duro (no voy a hacer ahora la broma de que esto fue un alivio para las amistades). Todos debéis conocer casos similares. Las escuelas no somos ajenas a este peligro: podemos quedarnos sin archivo histórico de fotografías.

Quiero abordar pues este tema, sobre el que todavía no puedo ofreceros una solución definitiva, pero sí, al menos, alertaros. Me gustaría que alguno de vosotros nos aportara el remedio, porque el peligro está presente para todos.

Un buen día, con motivo de un aniversario señalado del centro o por vuestra jubilación, querréis encontrar buenas fotos de todos estos años y quizás no seréis capaces de hacerlo. Justamente, en la era digital y de la imagen, cuando parecía que todo sería más fácil, ¡se nos puede volver imposible!

O quizás ya os está pasando ahora. Imaginad que deseáis hacer una recopilación de fotos del curso 2011-2012 o del paso por la escuela de la promoción que justo se va. ¿Las conseguiréis fácilmente o tendréis que empezar a pedir a la gente uno a uno, a ver qué tienen? Porque es habitual hoy tener que contar con fotos –de calidad muy diversa– hechas no con cámaras, sino con muchos móviles personales. Después, alguien os enviará un montón de fotografías muy parecidas entre ellas (quinientas fotos del día de la graduación) y tendréis que pasar horas para elegir las mejores. Ahora mismo todas las escuelas subís al cabo del año cientos de fotos en Instagram, pero más tarde muchas no sabéis dónde encontrarlas, porque no las archiváis.

¿Y cuando las fotos que necesitáis son, en cambio, de 1995? Tendréis que véroslas con una serie de negativos o diapositivas (si sois muy jóvenes, quizás os deba explicar qué son) y muy probablemente no tendréis instrumentos para aprovecharlas.

Por eso, lo primero que deberíamos hacer es pensar cómo organizamos nuestro archivo fotográfico. Para poner orden, deberemos distinguir netamente dos grupos de fotografías: por un lado, las tradicionales de celuloide y, por otro, las digitales. Las primeras ya corresponden al pasado y las utilizaremos en situaciones muy concretas. Las segundas, las teóricamente más fáciles de archivar, manipular, duplicar, exportar, transferir, son curiosamente las que corren mayor riesgo de ser perdidas.

 

¿Qué hacemos con las viejas fotografías de papel o las diapositivas?

  • Son el mejor testimonio de nuestra historia pasada: fotografías del siglo XX, a lo sumo de primeros años del XXI. ¡Vale la pena no perderlas!
  • Archivad diapositivas, negativos e impresiones de papel, con el máximo orden e información que podáis darles (fecha, lugar, evento, personas que aparecen…).
  • Gente mayor, con años en la escuela o ya jubilada puede disfrutar archivándolas, anotando los nombres de los presentes. Vale la pena no retrasarlo. Porque si este esfuerzo no se hace en breve, ya no se podrá hacer nunca.
  • Sólo utilizaremos ordinariamente estas fotos con motivo de un aniversario redondo de la escuela o cuando se produzca una jubilación, una defunción, etc. Son momentos muy emotivos, en los que agradeceremos encontrar fácilmente las fotografías dentro del archivo.
  • Sucede a veces que el trabajo paciente de archivo realizado durante muchos años se destroza con motivo de uno de estos eventos, por la pereza de devolver después las cosas a su sitio. Es la misma historia la que estaremos poniendo en juego. Por eso, os aconsejo que haya una sola persona responsable del archivo de las fotografías, una persona que tenga mentalidad de archivero y una dosis oportuna de mal genio
  • Es muy conveniente que digitalicéis estas fotografías. El negativo y la diapositiva tienen una duración limitada (con los años se deteriorarán inexorablemente); las fotos digitales, no. La digitalización tiene un coste económico elevado, si no contamos con los instrumentos para ello nosotros mismos. Pero no hacerlo, tendrá un mayor coste para la historia. Importante: una vez digitalizadas, no hagáis como aquél que destruyó los originales, en una época en la que las fotos digitales apenas tenían 1000 píxeles. Quizás dentro de unos años aparezca una tecnología que permitirá obtener copias de mayor calidad.
  • Aunque ya hemos dicho que acabarán deteriorándose, debemos mantener bien conservados los negativos y las diapositivas, para que duren más, en buenas condiciones (evitando sobre todo la luz y el calor) y bien aisladas del polvo.

 

Hablemos a continuación del presente de las fotografías digitales:

  • Evitad la infoxicación (o sea, la intoxicación por exceso de información). Como ahora podemos hacer tantas fotos como queramos, acabamos teniendo cientos o incluso miles muy parecidos, que no aportan nada. Por eso, os sugiero que –¡siempre!– después de una sesión fotográfica (una fiesta, un día de salida cultural o lo que sea) eliminéis la mayoría de fotos sin contemplaciones y os quedéis solo, por ejemplo, las 10 o 20 mejores de cada evento. De esta forma facilitaréis la labor a quien en el futuro tenga que buscar una foto. Sólo una pequeña parte de las que ahora consideráis muy buenas fotos, lo serán también entonces . Es absurdo conservar, por ejemplo, 500 fotografías de la castañada de 2021.
  • ¿Con qué nombre las guardamos? Las fotos tienen habitualmente nombres automáticos que generan las cámaras, del tipo DSC_00322.jpg. Una buena opción de ordenación puede ser escribir fecha_nombredeltema_numero.jpg. Por ejemplo, 140621_findecurso_15.jpg es la foto quince del acto de fin de curso al día 21 de junio de 2014 o 211219_navidad_24.jpg es la foto 24 de la fiesta de Navidad del año 2021.  La fecha se organiza de la siguiente manera: últimos dos dígitos del año, dos dígitos del mes y dos dígitos del día. 220109 será el 9 de enero del 22. Así, todas las fotografías nos quedarán ordenadas automáticamente siguiendo la cronología. En segundo lugar, sabremos qué tema es, sin necesidad de abrirla y por último, el número de fotografía de ese tema. No es necesario cambiar el nombre manualmente, una a una. Tanto los Macs como los PC permiten hacerlo de golpe con toda una selección (busque la opción en el botón derecho). Si no lo conseguís, encontraréis la explicación en Internet.
  • ¿Dónde las archivamos? Los CD y DVD ya son historia. Pero también lo comienzan a ser los discos duros externos. Además, hay que contar con que un disco se puede deteriorar y sin previo aviso podemos perder de golpe teras y teras en fotos. Ahora mismo, lo más seguro es archivarlas online (iCloud, Microsoft OneDrive, Dropbox, Amazon Cloud Drive, etc.). Dejo de lado normativas legales. Hablo desde la experiencia. Comprobad, antes de elegir un determinado espacio de almacenamiento, que las fotos no pierdan automáticamente resolución y, por tanto, calidad. Para gestionar este espacio con facilidad, todas las personas que hacen las fotografías en la escuela, deben tener el medio de colgarlas, asegurando que no puedan borrarlas sin querer. A mí me daría una mayor tranquilidad, para evitar cualquier tipo de riesgo, hacer cada cierto tiempo una copia de seguridad de las fotos en una segunda nube.
  • ¿Y cómo organizaremos el archivo? Cada centro lo hará como le convenga. En cualquier caso, es necesario pensar muy bien el sistema antes de empezar. Un error al principio puede significar mucho trabajo después. Parece que lo más simple –puesto que somos escuelas– es organizar las carpetas por cursos escolares y, en cada curso, crear una carpeta para cada evento. Dentro de cada carpeta se puede añadir también un documento de texto con la referencia de las fotos y las personas que aparecen. Conviene saber que hoy existen aplicaciones, como Adobe Bridge, que efectúan una indexación muy completa de las fotografías y permiten localizarlas de inmediato por los sitios, las personas, las fechas, etc. si se han anotado previamente, por supuesto.
  • Sobre todo los originales. Conservad separadamente los originales de aquellas fotografías que hayan sido modificadas, reducidas o cambiadas a otro formato, porque se hayan utilizado para revistas, web, etc. Estas segundas sólo las conservaremos cuando su existencia aporte valor (por ejemplo, porque se han mejorado los colores o se ha borrado una tachadura en una pared). Os aconsejo que lo indiquéis también en el nombre: 211219_navidad_14-modif.jpg.
  • ¿En qué formato las guardamos? Puede que algunos tecnicismos os resulten extraños: Row, Jpeg, Tiff, Gif, Png, RGB, CMYK, DPI, etc. Podéis consultar un post escrito hace años sobre el tema. Por un lado, asegurad, consultando a un experto, que el formato con el que se toman las fotografías sea el adecuado. Nunca rebajéis el tamaño de las fotos para que quepan más: lo que en pantalla os parece un tamaño lo suficientemente grande, después puede resultar demasiado pequeño, en el momento de imprimir.

Éstas son las cosas que se me han ocurrido a mí. ¿Quieréis proponernos alguna forma mejor de hacerlo? Puedéis escribirla debajo mismo. Os lo agradeceremos todos.

La historia fotográfica de la escuela es la historia de muchas personas que la quieren. Debemos darle la importancia que se merece. El futuro nos lo agradecerá.

Si este contenido te ha parecido interesante, puedes subscribirte a Branding Escolar y no te perderás ningún nuevo artículo [>]