El color es un identificador corporativo importante. En algunas identidades visuales, muy importante: preguntemos qué piensan en Coca-Cola o Heineken. Por eso importa gestionarlo bien.
Es cierto que no todo el mundo llegará a captar a simple vista los mismos matices de colores. Como lo es también que los colores se ven diferente, dependiendo de la luz del entorno, de los colores de alrededor, del tipo de papel; que es, pues, imposible que dos impresos y un anuncio luminoso, por ejemplo, tengan colores idénticos.
No podemos fiarnos tampoco de lo que vemos en nuestra pantalla. Hay monitores muy fieles a los colores reales, pero son carísimos. Y en cualquier caso, siempre dependeremos -como hemos dicho- de la luz del local y de la calibración correcta del monitor. Además debemos contar que muy a menudo aquel diseño después se tendrá que ver con otro monitor: si, por ejemplo, hemos diseñado un powerpoint, los colores cambiarán con el proyector; si es una web, dependerá de la configuración de cada pantalla…
En realidad, las cosas no son de un color determinado. Es la manera relativa como percibe el hombre los objetos, dependiendo de la luz que los ilumina. Un objeto verde, por ejemplo, con una luz roja se verá negro. ¿Cuál es la luz de referencia, si nos cambia continuamente?
Y aún más: los factores psicológicos también inciden en la percepción de los colores. Basta que observamos esta imagen tan conocida. Los cuadrados A y B los percibimos netamente diferentes, porque no podemos obviar que es un tablero ajedrezado: tendemos a pensar que el cuadrante A es más oscuro que el B. En realidad tienen exactamente el mismo tono de gris. Parece imposible, ¿verdad?¿Somos capaces de engañarnos tanto en la percepción y tenemos que estar pendientes de no desviarnos un ápice del color?
La experiencia me ha hecho ser cada vez más tolerante con las diferencias de matiz entre un impreso y otro de las identidades de las marcas que diseño y gestiono. Ser excesivamente cuidadoso exigiría mucho tiempo y quizás mucho dinero. Y mucha frustración. La única excepción es cuando los soportes del color tienen que ir juntos: el logo en el sobre y en la carta, el color de un JPEG y un GIF en la web, etc.
Sin embargo definir con exactitud los colores corporativos nos permitirá, en cambio, reducir al mínimo estas diferencias de tono. Por lo tanto, necesitamos fiarnos de parámetros numéricos objetivos. En el manual de identidad visual de cualquier marca, se precisa cuál es o cuáles son sus colores corporativos. Se ofrecen como mínimo los siguientes valores:
- la correspondencia RGB
- el color web
- el valor CMYK, para la impresión de cuatricromía
- el color PANTONE, para impresiones de tintas planas
Por qué hay varias y no una sola clasificación? Porque depende de la forma en que se obtiene el color.
Los colores de pantalla
En primer lugar debemos distinguir los colores de pantalla de los colores impresos. Las pantallas funcionan gracias a la combinación de intensidades de micropuntos de tres colores diferentes: rojo (red), verde (green) y azul (blue). Los colores RGB se definen por la intensidad de cada uno de estos tonos. Son colores aditivos. La suma del máximo de los tres en la pantalla es el blanco (RGB 255, 255, 255). Y el color RGB 0, 0, 0 es el negro porque la ausencia de luz es la oscuridad. En cambio, por ejemplo, el 22, 221, 170 se corresponderá a un tono turquesa porque tiene mucho verde y azul y poco rojo.
Como vemos en el primer gráfico, el espectro de colores que se pueden obtener mediante RGB es bastante amplio, pero inferior a los reconocibles visualmente.
El color web consiste en una reducción de los colores RGB a un listado más limitado, indexado mediante sólo seis dígitos (dos para cada color), delante de los cuales se escribe una almohadilla. Es el procedimiento que permite que un ordenador reciba rápidamente por internet la información de los colores que debe usar. Por ejemplo, el #003488 sería un color sin rojo (00), con un poco de verde (34) y mucho azul (88) .
Para la correspondencia de colores, visitad la página de Adobe.
Los colores impresos
Estás leyendo este texto en una pantalla. Como hemos dicho, la pantalla del ordenador (o la de la tableta o el móvil) crea los colores RGB mediante la intensidad de luz de estos colores. En cambio, el día que lo leas en un libro impreso los colores provendrán de la presencia de pigmentos en una superficie de papel, de forma sustractiva. Son dos procedimientos de generación del color absolutamente diferentes.
Con el nombre tintas planas nos referimos a tintas que han sido mezcladas, para conseguir el tono deseado, previamente a la impresión. Mezclando tintas consiguen muchísimos colores. El problema es que se trata de un procedimiento caro: cada vez que hay que cambiar de tinta, se deben limpiar las máquinas.
Pantone es una empresa estadounidense que en 1963 tuvo la feliz idea de catalogar los colores de tintas. La clasificación de Pantone ha convertido en el referente universal (sin que deje de ser privada). Su catálogo es imprescindible en cualquier estudio de artes gráficas. Detrás del número de cada color, se escriben unas letras (M, C, EC, U …) para indicar si se trata de papel mate, estucado, estucado europeo, texturado. (Pantone 788U).
Un sistema de impresión en color más económico que permite un amplio aspectro de colores es con la mezcla de cuatro tintas: cian, magenta, amarillo y negro. CMYK proviene de las iniciales en inglés (negro es key, porque el negro redondea la impresión: sin esta tinta no habría contraste). Con pequeños puntos de estas cuatro tintas dispuestos con un tramado determinado, se obtienen los diferentes colores que nos permiten imprimir fotos de color. Si queremos conseguir un color verde, lógicamente tendremos que mezclar el azul y el amarillo. Ofrece, sin embargo, una gama más limitada de colores que los de pantalla RGB y que las tintas planas del Pantone. En cambio, hay muy pocos colores CMYK que no podemos encontrar en RGB (cian y amarillo puro, por ejemplo).
Cuando convertimos una imagen de modo RGB a CMYK, el monitor del ordenador sólo podrá hacer una simulación, ya que un monitor siempre proyectará una luz RGB. Hasta que no veamos el impreso no podremos estar seguros de cuál será el color resultante.
Que un diseñador gráfico no tenga en cuenta que con CMYK no se pueden obtener todos los colores que ve en la pantalla puede salir muy caro. Por ejemplo, una entidad financiera escogió hace años el color naranja para su logo y se vio obligada a emplear una quinta tinta en todos sus impresos, porque con cuatro tintas lo que se obtiene es un tono calabaza bastante diferente. Con la crisis utilizó siempre el calabaza, web incluida. Ahora ya no existe: son parte del BBVA.
Hay algunos tonos azules o el granate intenso que también son imposibles con cuatro tintas. Es, pues, aconsejable, que cuando seleccionemos los colores para la creación de una marca gráfica elegimos primero los de cuatricromía (CMYK) y busquemos después cuál es el color de PANTONE más parecido, para el uso de tintas planas.
En nuestro imaginario el color tramado del azul marino es el azul cielo. Pero esto no es, en absoluto así. El azul marino está formado de un 100% de cyan y un 90% de magenta. Si el reduzco con un tramado, el azul tenderá a un color violeta.
Otro error de diseador novel: la tinta negra sola no consigue un color negro intenso. Hay que reforzarla con la presencia de otros tintas (70% de cian y 20% de amarillo, por ejemplo). Siempre que queramos hacer un fondo de página negro, tendremos que crear ese color.
Els textos muy muy pequeños (6pts o menos) se han de imprimir con negro, cian o magenta. Si los hacemos con mezcla CMYK, una mínima desviación del tramado los hará ilegibles.
Para evitar todos estos dolores de cabeza, tendremos que hacernos con una guía de PANTONE, que incluya también la correspondencia en CMYK. Esta correspondencia nos permite saber si el PANTONE elegido tiene una equivalencia en CMYK.
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